El Castillo Ducal de Espejo y su mundo subterráneo de leyenda
- Se dice que desde ciertos lugares de esta construcción del siglo XIII o de su entorno salen galerías subterráneas de escape con desembocaduras lejanas
El Castillo Ducal de Espejo destaca no sólo por su belleza y su magnífico estado de conservación sino por ser la auténtica atalaya de la Campiña Este.
Ubicado en la parte más alta del pueblo -a 418 metros de altura- se levantó a finales del siglo XIII a partir de las conocidas como Torres de Pay Arias. No obstante, ninguno de los vestigios que se conservan es anterior al siglo XV.
Actualmente pertenece al Ducado de Osuna y es posible realizar visitas guiadas al Castillo a través la empresaria local Inmaculada Porras.
Sus visitantes se encuentran con un recinto almenado, flanqueado por cuatro torres esquineras. Tiene un patio central (interior) de grandes arcos. Justo en el subsuelo del patio hay un aljibe donde se recogía y almacenaba el agua de lluvia, con un pozo lateral de elevación.
Precisamente, en el mundo subterráneo arrancan las leyendas en torno a esta edificación de carácter defensivo y de vigía en la frontera, durante siglos, entre el mundo cristiano y el musulmán.
En el pueblo, y de padres a hijos, se ha transmitido el relato de que desde algunos puntos del Castillo o de su entorno más inmediato salen galerías subterráneas de escape cuya desembocadura está bien alejada.
No hay evidencias de que sea real ni de lo contrario -pues al menos sus bocas de entrada están cegadas-. Si bien es cierto que estos túneles de liberación eran muy frecuentes en las construcciones defensivas de la época.
De lo que sí hay constancia es de que hay una que sale del citado aljibe, que aunque tiene tapiada la entrada resulta ubicable y cuya desembocadura se documenta en el recinto romano de Albuhera, a las afueras de Espejo.
Como en toda fortaleza que se precie, destaca la Torre del Homenaje, que nace del patio interior y a la que se puede acceder a través de unas angostas escaleras de caracol. Pero la subida merece de sobra la pena con tal de disfrutar de unas vistas espectaculares no sólo de la localidad sino también de municipios vecinos, como Castro de Río, Fernán Núñez, Montilla o Bujalance, entre otros.
Justo en el extremo opuesto hay una torre albarrana -más baja y también almenada- conocida como Torre del Caballero, que debió tener finalidad de vigía y defensa exterior.
El Castillo está lleno de enseres, obras de arte y utensilios de la vida cotidiana de sus nobilísimos habitantes. Algunas de estas piezas tienen gran valor histórico.
Fuente: El Día de Córdoba